Formación Integral


Conversaciones en navidad

27.05.2008 14:35

 

Por: Roberto Felipe

Le pregunto a mí padre, como falleció su hermano mayor. Mi padre es el penúltimo de sus cinco hermanos y último entre los tres varones, perdió a su hermano mayor cuando él tenía tres años, me dice que sus recuerdos de aquella época no son tan claros, allá en las serranías de Huanuco, donde el frío y los caballos eran parte de su niñez, vagamente recuerda como su padre, - mi abuelo -, sufría por la pérdida de su hijo mayor de apenas dieciocho años.

Al año de la muerte del primogénito de la familia de mi padre, en un accidente fallece mi abuelo, dejándolo a mi padre huérfano a los cuatro años. Cuando él empieza a contarme estos sucesos, puedo apreciar en sus ojos un brillo inusitado, las lágrimas tratan de vencer ese corazón duro de aquel hombre que protegía mi infancia, que me cargaba y engreía, que exigía que sea tan bueno como él en el fútbol y me cuidaba, ahora que ya soy padre lo sigue haciendo. Me cuenta que su padre murió muy joven y son pocos los recuerdos que tiene de él, que le hubiera gustado disfrutarlo más, y yo fui el que soltó las lágrimas.

Allí estaba ese hombre con su ropa deportiva como siempre lo recuerdo, abriendo su corazón ante su hijo mayor, no sabía que decirle, solo le escuchaba atento y con las lágrimas surcando mis mejillas, son las vivencias que trae la navidad, cuando la familia se reúne y los recuerdos empiezan a aflorar, el reencuentro genera nuevas vivencias, entre alegrías nostalgia y tristezas.

Mi tío Justiniano llegó de Lima, su esposa sus hijos y sus nietos lo extrañarán esta navidad, el solucionar algunos problemas lo trajo esta noche buena con nosotros, él para toda la familia Felipe es el Patriarca, al morir mi abuelo quedó al mando de la familia, cuidó de mi padre desde los cuatro años y de sus demás hermanos y mi abuela, Kleberg e Hilda - mis padres - le dicen papá, allí puedo notar el cariño, el agradecimiento y sobre todo el respeto que le guardan a aquel hombre tan cultivado y recto.

- Tus padres se esforzaron mucho para sacarlos adelante - me dice mi tío, me cuenta como hacían lo posible para satisfacer nuestros caprichos de adolescentes, con sus sueldos míseros de profesora y enfermero, luego me comenta que su tierra, allá donde nació, no avanza, la última ves que la visitó la encontró como siempre, - pueblo castigado por el terrorismo y la represión- - la serranía de Huanuco no avanza hijo - me dice. Conversamos de muchos temas, de actualidad, política y temas sociales, muy enterado él. Para mi fue un placer conversar con mi tío Justiniano, lo disfruté mucho.

En la noche durante el brindis de navidad ya con la compañía de toda la familia, mi esposa, mis padres, mis hermanos, mis hijos, mis primos y mis abuelos y tíos maternos - les debo un relato por el ambicioso proyecto que iniciaremos -, mi tío Justiniano durante su discurso estuvo a punto de soltar unas lágrimas, - Siempre me vieron junto con mi esposa, pero hoy tan extraño me siento al no tenerla a mi lado, pero pronto viene - dijo, fue un momento tierno y nostálgico, quizás se sentía solo, solo entre tanta gente que lo admira y lo aprecia, pero su esposa sus hijos y sus nietos siempre tendrán el primer lugar, los extrañaba pero había que continuar y así lo hicimos. Quizás este relato es un agradecimiento por su esfuerzo, esfuerzo que tuvo sus frutos, esfuerzo que nos sirve de ejemplo, aunque a veces igualar o superar a las personalidades se torna tan difícil.

Luego habló mi abuelo Materno, Delfín Matías Abad, quien cumplía ochenta y seis años, tan lúcido como siempre, soltó un discurso como en sus mejores épocas de político, pero para contarles sobre mi abuelito, - como lo llamamos -, necesitaré más tiempo.

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